28 de noviembre de 2010

Jara





Jara es un personaje singular que arregla el mundo cuantas veces sea necesario. Inteligentemente, siempre se sale con la suya. Tal que, por ejemplo, "obliga" a sus amigas a salir entre semana ofreciendo de contrapartida su compañía en clase. Además, convida un apoyo espectacular cuando, tras contar cualquier "penuria", añade: "centrémonos en nuestra vida profesional". Extingue la palabra "problema" del diccionario invitándote a cenar o a tocar el ukelele a la playa. En adición, Jara tiene altas aptitudes en el campo de la magia (hace aparecer agua en los cajones de su morada), el monólogo (sin alguna remuneración), en la invención de planes alternativos y en la hiperactividad mental y física. 
Jara es genial y está loca.

26 de noviembre de 2010

María

María está viendo Harry Potter 4. Le he preguntado que si se quiere ver la saga de nuevo para ver la última y estar totalmente al día. Me ha dicho que no. Es mentira, seguro.

Joaquín 2

4. me ha tenido 1 hora muerta de hambre porque tenía que terminar de ver mujeres ricas.
5. se ha puesto a enseñarme todos sus discos Cher y a contarme su vida

Joaquín

1. Nada más llegar a su casa en Madrid, me comenta su obsesión por la Batamanta. 
2. Se digna a ayudar en la cocina, pero no en la cocina. Se lleva su pantalla de mac de mil pulgadas al salón, la tabla y los pimientos bicolor. Se pone un concierto de Beyoncé y añade: "Siempre me pongo un concierto para cortar".
3. Me equivoco de calle, toco a otra señora. Llamo a Joaquín para que me abra. Lo desperté. Me indicó la calle adecuada. Estaba serio, y no era porque le hubiese despertado, sino porque estaba teniendo un sueño super genial con Beyoncé en el cual le enseñaba Granada.
4. Continuará, todavía me quedan 2 días en su hogar. 

21 de noviembre de 2010


No me gusta este aspecto desaliñado. Rostro consternado, cara de apuro, mente enoquecida, estoy despeinada y tengo prisa. Creo que tengo agujetas en las piernas, pero mi estómago no para de dar el coñazo y se contrae para recordarme todo lo que he de hacer. Estoy en el barco. Cuando llegue a la isla circular tengo 20 minutos, para hacer la maleta y estar en el aeropuerto. No sé como cojones lo voy a hacer.  ¡Todo en el último momento! Pero a ver, juraría que el avión salía alrededor de las 5 de la tarde. Menos mal, que me dio una vena de responsabilidad y decidí mandar un MP a anoloco para decirle la hora a la que llegaba, lo que me obligó a abrir el correo y quedarme profundamente ruborizada. E HISTÉRICA.
Buenos días y que tengan un domingo genial :)

16 de noviembre de 2010

Son las 3:12 y he decidido dejar de escribir numeritos que mi cabeza no es capaz de relacionar. Tengo sueño, no quiero madrugar mañana, no quiero ir al cole. Pero osados los años y la responsabilidad que nos hace cargar. Y es pues, este sacrilegio, el que hace que quedarse hasta estas horas estudiando no sea mi problema mayor. Sin lugar a dudas, mi mente agrava otros que, en los años de antaño carecían de importancia: ¡qué feo es tomar decisiones que no se desean tomar! Qué triste actuar a modo de "remedio" para no alargar el momento del fastidio, esto es, adelantarlo para que este no se agrave en el futuro. En consecuencia, notar como se enfrían los suspiros hasta intentar extinguirlos. De un momento a otro, querremos controlar, dentro de lo mental, lo emocional. ¡qué fastidio! lo más natural e ingenuo que de entre nosotros se encontraba. Pero en eso consiste, a la era glacial nos remitiremos tantas veces como cumplamos años. 


12 de noviembre de 2010

Sigo en mi caos, con un puñado de exámenes que no tienen hueco en el calendario. La congoja y desasosiego, DESEO, se me escapen como arena en manos. El reloj me persigue. Mi mente no tiene hueco, para pensar antes de hablar. A día de hoy, no se si mi mente rehuye el amor, o lo evito como mecanismo de autodefensa. Para mi colmo, tengo una inquilina cuya idea genial ha sido la de traer el poemario de Gerardo Diego: "Poesía amorosa". Se ha puesto a leerlos. Tuve que pararla.

9 de noviembre de 2010

Me están saliendo los cordales, y esto me produce tal dolor, que ni pensar me deja. Gracias a la pelota que me ha salido en el moflete, hablo como una palurda. Total, que fui al centro de urgencias más cercano, que está en el barrio de "Guanarteme". Este, a su vez, se encuentra al lado de la playa de una ciudad capitalina, "Las Palmas". Pues bien, parece un barrio del extra-radio pero de hippis de todas las edades. Y claro, el personal del centro, se adapta a su clientela.

Así pues, creí que iba a estar lleno de doñas que van a pasar el rato a urgencias y a hablar con otras doñas del barrio. Me equivoqué. Las señoronas tienen horario y no hay mejor hora para charlar que las tardes de 5 a 7. En consecuencia, pasé a la consulta de la médica, nada más llegar; y empecé a decirle cuan guapa y joven era. Me dijo que me iban a pinchar urbason, y le pregunté que si me iba a pinchar ella, me dijo que no, pregunté que si era el médico que estaba al lado y tampoco; y le di el coñazo un rato más hasta que terminó de escribir mi ficha.

Más tarde, Procedí a la zona de enfermería donde si que me iban a pinchar. El enfermero, el único que había,  empezó a vacilarme desde la puerta diciéndome que si me cobraba y no se qué. Me metió para dentro y me dejó esperando. En este momento empezó la investigación "inspector gachet".

En primer lugar, la mesa (una de esa de tantas de aluminio para dar impresión de pulcro) estaba llena de polvo, y sobre ella reposaba un radio-caset que debía de ser de principios de los noventa. La música que transmitía ese aparatejo, me fue imposible de reconocer. En segundo lugar, estaba todo colocado en estantes sin puerta, que daban un aspecto de desorden atroz. Además, había hasta cajas en el suelo, que empecé a observar una a una. Una de ellas sellada con cinta aislante y con permanente arriba, que ponía: "no encuentro la tapa, 7/11/2010". Otra estaba llena de cajas de medicamentos de esos que, según mi compañero de piso, regalan a todo el mundo. En adición y, para aliñar la tragedia, todas y cada una de las cosas que habían en esta sala, estaban etiquetadas a permanente y caligrafía espectacular. Lo que me sorprendió que, HASTA LA PAPELERA, tuviera su letrero: "papelera".

Tras unos minutos investigando aquel caos, llegó el enfermero. Del delirio, comencé la conversación preguntándole "¿que, que no encuentras la tapa?" El pobre hombre se quedó patinando. Le expliqué, y empecé a decirle todas las cosas locas que había visto. Más tarde, mientras me preparaba el pinchazón, le pregunté que si regalaban medicamentos, que mi compañero de piso me había dicho que lo hacían. El enfermero siguió con el vacilón y empezó a ofrecerme pero no accedí. A todas estas, empezó con bromitas relacionadas con el pleito insular (que no me hacen gracia un cojón), al darse cuenta que mi acento era de la isla de al lado.

Más tarde, cuando ya consiguió preparar la jeringuilla, que no se si duró un quintal adrede, porque mi delirio le hacía gracia; me señaló la camilla en la que debía colocarme. Le dije que si me tenía que acostar y me dijo que no hacía falta. Antes de cualquier cosa, le dije que no me bajara mucho el pantalón que me daba vergüenza, y me quitó la preocupación con un par de palabras. Me puso de pie, frente a la camilla y con el tronco algo inclinado hacia delante. Se puso justo detrás y mis neuronas inéditas hicieron que dijera: "Dios mío, ¿qué pornográfico esto, no?, ¿me puedes colocar en otra posición? Y el tipo se descojonó (normal, que puta vergüenza), y añade: "ay niña, esto así, sin preámbulo alguno". Me pinchó. Y me fui asustada y con un ataque de risa afuera, donde me esperaba mi otro compañero de piso.

Luego fuimos a tomar helado.