23 de mayo de 2011

Cogí el ceincero y ahí estaba. Solitaria, desguarnecida y tímida; pero esperando a ser objeto de expectante. Se trataba de una colilla de Krüger desorbitada en el espacio. Mi padre estuvo aquí y con el desaliñado mes  que me concierne, ni a echarle de menos, tiempo me ha dado.