Todas las mañanas, a esta justa hora, pasa por el barrio el señor del butano. Hoy, me ha picado la curiosidad y me he asomado para verle la cara al susodicho señor que, viandando, exibe su voz a modo de grito, diariamente. No he podido verle, pues resulta que es el apocalpisis y Madrid nos ha transportado al círculo polar ártico.
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