19 de octubre de 2010

Hoy encontré una notita en uno de esos bolsacos que uso para ir a clase y viajar de finde:
"Es algo tarde y acabo de llegar a mi hogar. Después de besuquear a todos mis consanguíneos, he ido a mear y, cuando salí, todos se habían encerrado en sus respectivas habitaciones. Tras tal party-welcome, procedí a mandarle mensajes denigrantes a todas mis amigas que, de "depraving", a las 2 de la mañana, no eran capaces de escuchar mis llamaditas (borrachas-cavernícolas). Entonces se me ocurrió una idea genial. La nevera de la casa de mi padre, esta emborronada de productos que van más allá de lo económico. No obstante, era de esperar la sorpresa del tercer estante: una colección de heinkens dispuestas a ser abiertas. Click (brrrr). Me ha cambiado el humor. Ahora, junto con los anuncios del jess-extender y la sorpresita redescubierta, voy a inventar una teoría que rebata la del karma que, a mi entender, carece de validez"

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